SEMINARIO TESIS

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Semi-nomadismo y ocupación temporal en el mundo rural

Rodrigo Ibáñez

Nomadismo.
Modo de vida de algunas poblaciones, o sectores de una determinada sociedad, consistente en desplazarse de modo habitual, trasladando la residencia de un lugar a otro.[1]

La temporalidad: factor que mueve al nómada.
La búsqueda: el motivo y el fin de desplazarse.
La necesidad de alimentación, de pastos para sus animales, de lugares donde cazar y pescar, climas adecuados para su habitar.

El nómada se desplaza por una búsqueda en función de una constante; la temporalidad.

Su habitabilidad, gira en torno a:
vivienda-desplazamiento- temporalidad.

Vivienda
La vivienda como núcleo del habitar del hombre, genera un lazo entre habitante y espacio que se manifiesta como el arraigo y que se proyecta en la distancia a modo de memoria.
El nómada viaja con su vivienda, con sus pertenencias, no tiene memoria.

Des-plaza-miento
Su desplazamiento por el territorio, se organiza de acuerdo a las estaciones del año, y genera un circuito que va recorriendo temporalmente.

El nómada recorre este circuito des-(em)-plazando su vivienda temporal.


Temporal-idad
La temporalidad del nómada se basa en el modo en que el territorio donde se des-(em)-plaza le otorga la necesidad que busca.
Temporalidad por estaciones del año
Temporalidad por abundancia de alimento

Semi-nomadismo.
Consistente en el cambio de residencia de acuerdo con las estaciones.
Durante una parte del año, tienen una residencia fija y otras viven en régimen de trashumancia.[2]

El semi-nomadismo, se ha perpetuado en el tiempo, hoy en día es grandes masas de habitantes, se des-plazan por el territorio principalmente por motivos laborales.

El semi-nómada al des-plazarse por motivos laborales, genera que su trashumancia vaya ligada a una temporalidad determinada que modifica su modo de habitar.

Habitar transitorio – habitar re-sidiendo.

Vivienda
El semi-nómade, se mueve temporalmente entre una “vivienda fija” y una ocasional.
Tiene un espacio al que esta arraigado y que perdura en el tiempo. El lazo que lo une a este centro se manifiesta a través de la memoria de pertenencia, que lo impulsa a volver constantemente.

La vivienda ocasional se manifiesta como un lugar temporal para ocupar en trashumancia.

Des-plaza-miento
El semi-nómade se desplaza temporalmente en función del tipo de trabajo. Al tener una residencia fija, le permite generar un ir y volver transitando entre una casa ocasional y su residencia de origen.
Su des-plaza-miento se gesta a partir de un hecho no casual, sino mas bien puntual.
El hecho de trashumar por trabajo le da al semi-nómada, la opción de optar por un ciclo o simplemente desplazarse a un punto y luego volver. (Imagen 5)
Al poseer una memoria que lo une a su origen, el seminómada retorna a su centro.

Temporal-idad
Desplazamiento y temporalidad van directamente ligado al motivo por el cual el semi-nómada trashuma.
Así distancia y tiempo, son las variables que determinan el grado de complejidad a nivel programático y de elementos que transporta para la constitución de la casa ocasional

semi-nómada no tiene pertenencias, pero permanece

Ocupación transitoria.

La vivienda formal posee tres condicionantes que la conforman como tal.
Habitar, amparo y arraigo.
Así, habitar es un ciclo, el amparo un proceso y como resultante de ambas se genera el arraigo, es decir el estado de propiedad y de pertenencia al lugar.
Para un habitante que posee una vivienda sedentaria, estos procesos se generan a partir de una temporalidad extensa, que permite la modificación y apropiación del espacio.

Para el semi-nómade, la vivienda sedentaria, se presenta como un centro “estático”, portador de una memoria y una pertenencia, mediando entre una habitabilidad transitoria y una residencial.
La vivienda ocasional se representa ante un modo de ocupación distinto al anterior, pero conservando su cualidad de centro articulador y mediador de su habitar en transito, posicionándose entre contexto territorial (hábitat y centro poblado) y su trabajo (motivo del viaje).

El semi-nómade, pone de manifiesto dos modos de habitar en relación a la temporalidad, la propiedad y la permanencia.

Habitar re-sidiendo
Como el modo de habitar un mismo lugar periódicamente. Esta condición sedentaria del habitar se da a partir de una temporalidad permanente y permite el despliegue cultural del habitante en relación a los hábitos y al lugar.
Al existir esta condición de no-cambio, el habitante entra en un estado de interacción entre sus hábitos y el espacio, gestándose así una relación de propiedad y permanencia, que permite al habitante apropiarse del lugar.
Esta apropiación convierte al espacio en un lugar imprescindible para el habitante. En él la persona se siente segura, conserva sus pertenencias, le permite aislarse y resguardarse del mundo exterior.

Cuando hábitos, protección, intimidad, pertenencia y hábitat se dan en la vivienda, se genera un pacto entre espacio y habitante, que lo lleva a entrar en un estado de amparo en la vivienda.

Amparo: “se logra” al habitar dentro de un sistema establecido por la persona misma, que contiene “todo” lo que el individuo y sus pares necesitan para sentir el estado de protección y pertenencia dentro de su residencialidad.

Habitar ocupando.
El habitar un espacio temporalmente, no permite el pacto entre hombre y espacio.
Al no existir este lazo el habitante usa el lugar ocupándolo.
Esto conlleva a que el despliegue de su vivencialidad se vea limitado por la forma del espacio, sometiéndolo a este sin posibilidad de intervenirlo.
Al no poder intervenir el lugar no se genera una interacción profunda que permita al habitante plasmar una huella que le otorgue el estado de pertenencia.
Por otro lado, las pertenencias del habitante son los elementos que articulan esta interacción entre el ser y el espacio, al no existir estos, queda un vacío que no es capaz de solventar el pacto entre ambos, impidiéndole generar el estado de propiedad frente al lugar.

El habitar se vuelve superfluo. Se transforma en un ocupar, el estado de amparo se ve reducido a un cobijo.

Cobijo: “se logra” al habitar dentro de un sistema establecido por consecuencia de una ocupación temporal, que contiene lo básico que necesita el individuo, impidiendo que se genere un estado de pertenencia y propiedad. Impidiéndole concretar un estado de amparo, limitándose solo a una sensación de resguardo del mundo exterior.

Casos de ocupación transitoria en lo rural.

El caso del pescador y el camionero constituyen viviendas transitorias que poseen la cualidad de no perdurar en el tiempo, siendo estas ocasionales y muchas veces casuales.
Estas adquieren la cualidad de ser ocasionales, ya que son viviendas que se constituyen in-situ, con elementos del lugar, y que se ordenan a partir de la relación del día con respecto a la noche.
Estas viviendas informales, nacen directamente de las necesidades básicas del habitante, sustentando actos relacionados con el comer, el ocio y el descanso.

El camionero.
El camionero hace vivienda a partir del territorio, muchas veces posee puntos referidos donde comer, asearse y dormir, al situarse en un punto, despliega ciertos programas fuera del espacio de la cabina, estos poseen un carácter social y se entregan a situaciones colectivas. Por el contrario, la cabina es el lugar que resguarda sus pertenencias y que se entrega a lo íntimo. El camionero al viajar en su espacio, posee la capacidad de transportar ciertas pertenencias que median entre el espacio y él, permitiendo modificarlo de un modo sutil, pero otorgándole la posibilidad de generar un espacio capaz de representarlo como ser y por ende de generar un estado de propiedad.

El pescador.
Se ve sometido al espacio, en el momento en que no puede salir del bote para poder expandir sus hábitos en relación a sus necesidades, por lo tanto, toda su habitabilidad debe realizarla en un espacio no mayor a los 12 m2,
El bote acoge a tres habitantes y debe contener las actividades en relación al trabajo y actos domésticos.
La temporalidad de los usos, se genera al igual que el camionero a partir del día y la noche, ambos usos deben conjugarse dentro del mismo espacio.

Así el bote se “zonifica” en base a estos dos usos. Por un lado cuando se trabaja, el bote se sectoriza en tres partes, la proa en la que se arreglan los espineles y que posee las herramientas, el medio en el cual se recogen los espineles, y se limpia el pescado, y la popa en la cual se maneja el bote, se recogen los espineles y se pesca con caña.

Esta sectorización se mantiene cuando el bote adquiere la condición domestica, siendo la proa el lugar donde se come, y se realizan actividades relacionadas con el ocio, funcionando como living, el medio en donde se cocina y se enciende el fuego para el bracero, y la popa, que a partir de un despliegue de varas de madera, se monta un nylon para cobijar el acto del descanso.

Caso de estudio: el temporero
El temporero es el usuario más carente de interacción entre espacio y habitante, a pesar de ocupar una vivienda formal, el transitar del temporero le impide llevar sus pertenencias consigo, limitando todas ella a “lo que quepa en la mochila”. La habitabilidad está configurada a partir de la colectivización de los recintos, siendo este un problema a la hora de tener que pasar meses usando el lugar. El temporero es aquel que mantiene la mayor temporalidad de ocupación transitoria.
Su habitabilidad esta relacionada al trabajo, y por ende su temporalidad esta muy ligada al ritmo de uso de una vivienda residencial. La trashumancia del temporero de la uva, en la cuarta región está ligada al tiempo en relación al clima, y a la temporalidad de maduración de la fruta, siendo esta la que regula su transito. Dado que la región posee un clima de transición, la fruta madura primero en los sectores circundantes a la tercera región, y desde allí comienza su transitar, hasta llegar a la quinta región para las cosechas de cítricos y paltos.
El temporero no habita una vivienda ocasional, sumado a esto, el posee una temporalidad distinta mas prolongada en cada lugar, lo que lo obliga a enfrentarse a un proceso mas complejo en su vivir, teniendo que re-conocer el lugar e interactuar culturalmente con el emplazamiento donde este ubicado.

El Problema.

La vivienda, al ser un espacio indispensable para el hombre, el habitar se presenta de un modo autentico, libre y propio.
La vivienda es el lugar que le ofrece al hombre el amparo ante el mundo exterior.
Para el semi-nómade la vivienda sedentaria, funciona como centro de todo su habitar, es el lugar que posee la memoria, al cual pertenece, y que genera un estado de propiedad.

El acercamiento a la problemática arquitectónica nace a partir del recrear este centro cuando el semi-nómade vive su trashumancia.
Al estar fuera de casa, el habitante debe hacerse de un lugar que funcione como un sucedáneo de esta necesidad de poseer un lugar propio, que lo cobije.

El problema frente a la temporalidad y el transito, especialmente para el temporero se torna complejo, ya que en su ocupación transitoria, el temporero no porta objetos que permitan crear ese espacio de lo propio. En comparación al camionero, que viaja en su espacio, y que este le permite llevar sus cosas de un lugar a otro, da la oportunidad de generar este pacto entre el ser y el espacio, de un modo sutil, a partir de sus pertenencias
Por otro lado el pescador, al poseer una temporalidad mas efímera, solo necesita de un espacio que le otorgue cierto cobijo, frente a las inclemencias del tiempo y que le permita funcionar con sus necesidades básicas de comer, asearse y dormir.
El camionero y el pescador poseen la capacidad de modificar el espacio en relación a sus necesidades y a los a los programas que necesiten para llevarlas a cabo. Al tener esta posibilidad de reconfigurar el espacio, lo van haciendo suyo, se apropian.

El temporero debe ocupar transitoriamente un espacio que permanece y no le pertenece.
La transitoriedad le impide llevar consigo elementos que le permitan articular el espacio. Esto impide la interacción del espacio en relación a su modificación y configuración.
Al no haber elementos que medien este pacto, el temporero no se siente identificado con el espacio negándole la capacidad de sentir un estado pertenencia.
Al no haber pertenencia, el temporero no logra conseguir el estado de amparo.
Sin amparo el temporero no se arraiga al espacio, generándose un habitar ocupando, impidiendo que el espacio adquiera su condición de vivienda.
Sin vivienda el temporero no posee un centro más que su vivienda sedentaria, que muchas veces esta distante del lugar.

[1] Nomadismo. J. Maestre Alfonso.
© Gran enciclopedia Rialp
Ediciones Rialp S.A. , 1991
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=4646&cat=cultura
[2] Nomadismo. J. Maestre Alfonso.
© Gran enciclopedia Rialp
Ediciones Rialp S.A. , 1991
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=4646&cat=cultura

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